Espacio de opinión de Canarias Ahora
Resulta reconfortante
Para peor las cosas sí suelen cambiar, pero, en esencia, las cosas permanecen o igual o más podridas que antaño. Ya se sabe, una de las frases preferidas del español medio es “más vale malo conocido que bueno por conocer” y ahí queda todo.
Por ello, tengo que admitir que, aunque con algo de sorpresa inicial, no me extrañó que los programas del corazón y la basura televisiva de tales características hubieran aumentado de duración, rozando las cinco horas. Para las cadenas es un ahorro ?así les cunden más los desorbitados sueldos que pagan a las hienas que acuden como contertulios-, mientras que los espectadores ni siquiera tienen que cambiar de canal. Ya se sabe que en tiempos de crisis hay que ahorrar.
Tampoco me sorprende que cada vez sean más comunes los insultos en una cadena televisiva. Insultar es algo inherente a la personalidad del español, vamos que si no se sueltan tres o cuatro palabras malsonantes por frase no se entiende lo que se dice, aunque ahora hay algunas variantes muy interesantes.
Cada cual es muy libre de decir lo que quiera, faltaría más. Todavía vivimos en una democracia y no tenemos una censura que controla lo que podemos decir o no. Otra cosa muy distinta es que, tras las palabras de un contertulio cualquiera -de esos que pululan y parasitan los platós de televisión- el presentador y/o moderador no solamente no le llame al orden, sino que le “ría la gracia” como si estuviera viendo la actuación de un mono de feria. Se empieza así y se termina haciendo la ola a quien suelte la barbaridad más grande.
Las excusas posteriores, una vez sufrido el chaparrón de críticas, son siempre las mismas; es decir, “es que se me llenó la boca”; “tienen que entender que yo no quería decir eso, pero el verbo se me atravesó”; “Pero, ¿qué podía hacer yo si esa era su opinión?” Vamos, que tuya, mía y la casa sin barrer.
Al final, lo importante es calumniar, que eso siempre queda. Las disculpas no las suele escuchar nadie, pero epítetos como “Guarra” o “Zorra” permanecen en la memoria reciente de los espectadores durante mucho tiempo. Y lo que pase después, da lo mismo.
De ahí que muchos ni movieran una ceja cuando vieron al anterior presidente del gobierno español asintiendo con cara de satisfacción ante la cínica respuesta del entonces presidente norteamericano, tratando de justificar la muerte de un cámara español durante la caída de Bagdad. Decir que la guerra es un lugar peligroso en vez de responder por qué un vehículo blindado Abrams M1 del ejército norteamericano disparó contra el hotel que hacía las veces de centro de la prensa extrajera en Bagdad es lo mismo que decir que la política hace extraños compañeros de cama.
Si eso era lo único que se lo ocurrió, mejor se hubiera ahorrado la respuesta, aunque lo que a mí me pateó el estómago fue la complicidad del ejecutivo español ante una flagrante muestra del atropello contra el derecho a la información. Lo importante es apuntalar un mundo viejo, caduco, podrido y golpeado por una de las peores crisis que se recuerdan, en vez de buscar una solución.
Da igual insultar que proteger los atropellos, que recurrir al complot de opereta decimonónica. Lo fundamental es que todo siga igual, olvidar, dejar el pasado como está y esconder la cabeza en cualquier cloaca. Incluso se busca reescribir la historia, cambiar el significado de las palabras ?perdonar no es sinónimo ni de olvidar ni de justicia-, todo para que el mundo se pueda desmoronar a conciencia y con el beneplácito de quienes nos han llevado hasta esta situación.
Bueno, visto lo visto, mejor que pensar en regresar a mi país, mejor me compro una parcela en la luna, ahora que están bien de precio y no hay especuladores merodeando por allí. A ver si encuentro una parcela cerca de la montaña dedica a la memoria del genial Jules Verne. Ya les contaré.
Eduardo Serradilla Sanchis
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