A comienzos del año 1966, Stan Lee le entregó a Jack Kirby los guiones de lo que luego se conoció como la trilogía de Galactus. En aquellos tres números se contaba la historia de un ser de inimaginable poder que recorría el universo devorando mundo para poder sobrevivir. Al estar desarrollada dentro de la colección de los Cuatro Fantásticos, el buque insignia de la editorial por aquellos días, quedaba claro que el cuarteto de héroes debería hacer frente a una de las mayores amenazas de cuantas se había cruzado en su camino en sus casi cincuenta números publicados. Lo que no estaba en el guión de Lee era un ser de plateados reflejos, montado sobre una tabla de surf, ejerciendo las labores del heraldo de la temible entidad cósmica. Lee ha declarado, en más de una ocasión, que se quedó “a cuadros” cuando vio al personaje dibujado en la páginas del Fantastic Four# 48 (marzo 1966). Al verlo le comentó a Jack Kirby que quién era aquel ser que navegaba por el espacio en una tabla de surf. Kirby le dijo que una entidad como Galactus debería tener un heraldo o un mensajero que anunciara, de alguna forma, la llegada de su señor. En un principio, Lee no estaba muy conforme con la idea pero, tras ver el trabajo de Kirby, decidió dotarlo de los diálogos necesarios para tan magna ocasión. El caso es que los aficionados se decantaron, casi desde el mismo momento, por aquel ser de pie sobre una esbelta tabla de surf y diciendo siempre las palabras justas. Su semblante melancólico y rodeado de un aura de tristeza lograron ganarse el favor del público, lo que propició que Silver Surfer regresara a la colección de la familia Richard en las entregas 55-61, 72, 74-77, además de protagonizar su primera aventura en solitario en el quinto anual de los Cuatro Fantásticos.Sin embargo, Stan Lee sentía que le quedaban muchas cosas que contar sobre el pasado y el presente de Norrid Radd, el ser que se esconde tras Silver Surfer. Por ello, en 1968, llegaba al mercado una serie protagonizada por el personaje. En esta ocasión, el apartado gráfico recayó en el dibujante John Buscema, responsable de todos los números de la colección menos el último, el cual corrió a cargo de su creador, Jack Kirby. Estos números son una rara excepción dentro del mercado gráfico, entonces y ahora. Sus diálogos están llenos de planteamientos existenciales y filosóficos donde se tratan temas que raramente se ven en una historia gráfica. Radd es partícipe de buena parte de las grandes preguntas que han marcado la historia de la humanidad, la mayoría sin respuesta. Lee se aprovecha de la soledad que embarga a un ser como Radd -separado de su planeta de origen, Zenn-la, y de su amada, Shalla-Bal- tras aceptar ser el heraldo de Galactus con tal de que no destruya su mundo, para plantearnos muchos de los problemas que azotaban el mundo de finales de los sesenta, problemas que todavía están sin resolver. Buscema realiza un trabajo primoroso, dotando al personaje de una personalidad grafica realmente hermosa y que acompaña a los largos diálogos escritos por Lee. Puede que, para la mentalidad actual, muchos de esos diálogos resulten “pasados de moda” o “cursis”, pero la realidad es que la poesía y la intensidad que esconden los ha preservado mucho mejor que en otros casos donde el tiempo no los ha perdonado de igual manera. Tras esos 18 números, el personaje ha recorrido buena parte del resto de las colecciones Marvel, con mayor o menos fortuna. En 1978, Lee y Kirby se volvieron a reunir para contar, en una magnífica novela gráfica, aquellas cosas que quedaron pendientes tras la cancelación de la serie regular. Lee también se reunió con el artista francés Jean Giraud Moebius para contar otra hermosa y existencia historia, una década después. Dado su estilizado y llamativo diseño, el personaje tenía cualidades de sobra para convertirse en un personaje cinematográfico. Por eso, a pocos aficionados extraño el anunció, por parte de 20th Century Fox, de que en la secuela de la película de Los Cuatro Fantásticos aparecería el personaje. Los trailers en los que se vio, por primera vez a Silver Surfer, recorriendo los cielos de la ciudad de Nueva York, atravesando edificios mientras era perseguido por Johnny Storm, demostraron la validez de la creación de Jack Kirby para el séptimo arteFantastic Four: the rise of the Silver Surfer continúa donde la primera película lo dejó, contando uno de los acontecimientos más recordados en la historia del cuarteto; es decir, la boda de Sue y Reed –algo que tuvo lugar en el Fantastic Four Annual# 3- publicado en 1965. Como suele ocurrir en estos casos, los preparativos de la boda se ven alterados por la aparición de una perturbación cósmica de origen desconocido y que es vista como un peligro por parte de las autoridades. Reed no está muy por la labor de ayudar, pero la realidad termina por obligarles. Para acabar de rematar la situación, Victor von Doom regresa de su retiro –después de encontrarse con Radd- para “ayudar” a Reed Richard en sus investigaciones. A nadie se le escapa que las relaciones entre ambos no son buenas, pero la situación y una serie de acontecimientos que se están produciendo a lo largo del globo, siempre con la aparición del extraño ser, les obliga a trabajar juntos. A partir de ahí se suceden -de manera casi consecutiva y sin que el espectador tenga mucho tempo de asimilarlo todo- una serie de sucesos que nos llevarán a conocer la personalidad de Silver Surfer y el verdadero peligro que se cierne sobre nuestro mundo. Los momentos en los que Sue se encuentra y habla con Radd son de una tremenda melancolía, algo que Lee y John Buscema supieron reflejar en la serie de los sesenta, y destacan sobre el resto de la acción, tan trepidante como se pudiera esperar. Hubiese estado bien profundizar más en las causas que llevaron a Norrin Radd a convertirse en Silver Surfer en especial, porque el guión de la película da por supuesto que el espectador conoce el origen del personaje y su relación con la entidad que está amenazando al planeta Tierra. En este apartado hay que tener en cuenta que Marvel Comic le ha encargado a Michael J. Straczynski un guión para una película protagonizada por el personaje, de igual modo que el origen y las motivaciones del personaje se conocieron en el formato cómic cuando se publicó la serie regular de Silver Surfer. Para trasladar al personaje a la gran pantalla, los responsables contaron con el actor Doug Jones –conocido por sus papeles de Abe Sapiens en Hellboy y del Fauno en la película El laberinto del fauno, ambas dirigidas por Guillermo del Toro-. Doug es un actor dotado de una extraordinaria capacidad gestual, algo muy importante dado que su rostro aparece enmarcado dentro de un ser que parece estar formado por una sustancia como el mercurio y en medio de unas facciones no demasiado definidas. El también actor Laurence Fishburne añade con su voz el toque necesario de la melancolía que rodea a Radd, pero sin olvidar que el personaje también está dotado de un espíritu ciertamente decidido, lo que ayudará en su interacción con el resto de los personajes. Sé que a muchos decepcionó la visión aportada por la película para un ser como Galactus. No negaré el tremendo atractivo visual del personaje, pero tampoco me negarán que dicho personaje podría quedar bastante ridículo –a pesar de su majestuosidad gráfica- trasladado a la gran pantalla. La enorme nube cósmica que devora cuantos mundos caen a su alcance tiene ciertas reminiscencias con la entidad V´Ger que aparece en la primera incursión cinematográfica de la serie Star Trek. Admito que no es tan impresionante como el Galactus dibujado por Kirby o Byrne, pero es bastante más creíble. El resto es una aventura en estado puro con las deficiencias habituales al pasar del lenguaje gráfico al cinematográfico, pero sin dejar de ser interesante y entretenidaStan Lee aparece, algo que siempre es agradable de ver, para que le ocurra lo mismo que en la mencionada boda gráfica, treinta años antes. ¿No saben qué le ocurre? Pues nada, vean la película o lean el tercer anual de los Cuatro Fantásticos y se enterarán. Eduardo Serradilla Sanchis