Es posible que el incremento de escoltas se deba a la trayectoria del alcalde, tan distinta a la de la ex alcaldesa. Eso se explica también en ex altos cargos, como López Aguilar o el propio Saavedra, ambos ex ministros. Sin embargo, una vez me encontré a Eligio Hernández muy solitario poco después de dejar la Fiscalía General del Estado. Orondo y campechano, como siempre, coincidimos en la barra de La Garriga comprando un bocadillo de tortilla y otro de pata. Yo pedí uno de pollo y no iba con segundas con el de El Pinar. No vi por los alrededores ningún otro pollopera. Eligio iba sin guardaespaldas, a no ser que fuera Pepe, el dependiente disfrazado de dependiente. Saavedra fue, por dos veces, presidente del Gobierno de Canarias y, también por dos veces, ministro del Gobierno de España, el mismo por el que el portavoz del PP en el Senado, Pío García Escudero, pregunta a Zapatero por qué lo llama así si así se llama: -Señor presidente, ¿por qué llama en los papeles oficiales Gobierno de España al Gobierno de España? -Por la misma razón, señor García, que usted se llama García y yo le llamo García. O por la misma razón tautológica que a un pollaboba se le llama pollaboba. Podríamos haber convenido en llamarle de entrada bobapolla en vez de pollaboba, pero lo cierto es que desde el principio acordamos denominarle pollaboba. Una hora más en la Península.No recuerdo si Juan Rodríguez Doreste llevaba guardaespaldas cuando fue alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. En todo caso, tenía la particularidad de esquivar bien al enemigo y para despistarlo se disfrazaba de Rita Haywort (o de Gilda, da igual), al estilo Mortadelo, ante el estupor de la concurrencia. Tampoco recuerdo si José Vicente León, José Sintes o Emilio Mayoral llevaban escolta. Es posible que sí, pero al público no le consta porque no hicieron de su seguridad un circo mediático, como Soria y Luzardo, que presumían de importantes y creían que en cada esquina había un terrorista vecinal escondido para tirarles una bomba de agua envuelta en una sopladera. Soria siempre estaba rodeado de pelotas y correveidiles, con lo cual no distinguía uno muy bien quiénes eran policías y quiénes ladrones. A lo mejor estaban mezclados. Sí recuerdo de un pelota que ejercía, además de cobista, de escolta rechoncho y bajito que más que guardaespaldas parecía un guardaculos, sobre todo cuando le llevaba los maletines y el bolso al SPA.Lo peor no es el servicio de guardaespaldas de los cargos públicos, sino lo que cuestan. Salen por un potosí. Y eso es lo más triste: que los políticos que prometieron austeridad dilapiden el dinero público con poco fundamento.Que cada palo aguante su vela y que cada espalda guarde la suya. Las Palmas es segura, según Segura, nuestro López Vázquez de la plaza de La Feria. Si él lo dice será verdad.