Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Toma dos tazas

0

La política no es más que buscar soluciones a una sucesión continua de chantajes, da igual que provengan de Marruecos o de los transportistas. El caso es que un gobierno puede tener claro lo que quiere hacer pero al final no siempre lo hace aunque cuente con mayoría parlamentaria debido a presiones externas.

Por ejemplo, hace una semana el Congreso aprobó un plan para el transporte al que solo votaron en contra Vox, Bildu, la CUP, un diputado del Bloque Nacionalista Galego y un tránsfuga de Ciudadanos.

Parecía una buena idea que en un tema de capital importancia se uniera el principal partido de la oposición a las dos formaciones del gobierno de coalición, además de Esquerra Republicana de Catalunya, Junts y diputados del Grupo Mixto, entre los que se encuentran los dos parlamentarios nacionalistas canarios. 

 Sin embargo, ese plan aprobado y que en principio satisfacía a los representantes de los transportistas se convirtió en papel mojado debido a que una plataforma muy reivindicativa lo rechazó y comenzó un paro patronal. 

Teóricamente son las asociaciones de transportistas las que representan a los trabajadores del sector pero en la práctica se ha visto que no es así ya que los sucesivos acuerdos entre el gobierno y la patronal no han servido para mucho a pesar de los más de mil millones de euros que aporta el Estado, que es lo mismo que decir que aportamos nosotros de nuestro bolsillo a través de los impuestos que pagamos. Al parecer a la plataforma de transportistas le parece poco y pide más. No solo se conforma con la subvención sino que pretende que le bajen los impuestos de la gasolina. Dos en uno. 

 Porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre: no se trata de una huelga de trabajadores del sector sino de un paro acordado por empresarios, ya sean modestos autónomos, pequeños, medianos o grandes. Cuando yo tengo un camión o 5 o 50 y decido parar mi actividad no se trataría de una huelga laboral sino de un paro adoptado por empresarios del sector. Si fuera una huelga tendría que haber servicios mínimos y no los hay. 

Ante esta grave situación que conlleva el desabastecimiento general de toda la población, el Gobierno de España tiene la obligación de buscar una solución urgente. Hace un par de días la ministra de Transporte se reunió con las asociaciones de transportistas homologadas que representan a los camioneros con las que llegó a un principio de acuerdo pero no valió de mucho porque la plataforma que ha convocado el paro ha sacado a la calle, a las carreteras y a las autopistas todos sus camiones gastando un combustible que está muy caro, aunque en los últimos días se han dedicado a dar vueltas a ninguna parte quemando gasolina o gasoil alegremente como forma de protesta. O sea, me quejo de que el combustible está caro pero yo lo gasto sin ton ni son como medida de presión solo para hacerme valer. Cuestión de estrategias. 

Lo que tienen que clarificar los transportistas es quiénes son sus representantes. Lo que no es entendible es que ellos voten a sus representantes y luego cuando estos llega a un acuerdo con el gobierno no los reconozcan como tales. Es un problema interno del sector que tienen que aclarar ellos primero antes de negociar. 

El presidente de la plataforma que no acepta el acuerdo y quiere seguir el paro afirma que ellos no quieren dinero ni subvenciones sino vivir de su trabajo. Pero eso no es cierto porque para vivir de su trabajo necesitan hoy más dinero: subvenciones y rebajas de impuestos. Habla como un liberal pero se comporta como un intervencionista. 

Los transportistas aseguran que están trabajando a pérdidas y que con la subida del combustible no les da para tener un sueldo digno y seguramente tienen razón. Por eso exigen que el gobierno les solucione el problema ya pero ese tipo de problema solo se soluciona con dinero. Si el gobierno pone la pasta que quieren los camioneros hoy mismo se acaba el paro. 

El problema es que estamos hablando de dinero público obtenido de nuestros impuestos. Ese dinero no se puede utilizar alegremente sino con fundamento. Si cada sector económico al que le va la cosa mal pide al Estado que le sufrague las pérdidas no estaríamos en una sociedad de libre mercado en donde prima la oferta y la demanda, sino en otro tipo de sistema político y económico.

Lo más contradictorio de todo esto es que empresarios liberales que quieren que se bajen los impuestos son luego los primeros en pedir la intervención del Estado al que siempre maldice, al menos cuando las cosas les van bien. Es un negocio redondo si cuando gano dinero me lo meto todo en mi bolsillo y cuando las cosas vienen mal dadas le exijo a papá Estado que socialice las pérdidas.

Entiendo que la situación actual es excepcional y alarmante porque es muy difícil, casi imposible, que en una misma legislatura un gobierno tenga que lidiar con la peor pandemia del siglo, con la erupción del volcán de La Palma, con una guerra en Ucrania y ahora con la protesta masiva de transportistas, agricultores y ganaderos. 

Todo el mundo se queja de la subida de precios del combustible y de la inflación tan alta pero nadie parece percatarse de lo difícil que es distribuir el dinero público cuando se juntan tantas crisis a la vez que devienen en una debacle económica. 

Sí, hay que ayudar a quien lo necesita, que para eso nos hemos dado un estado del bienestar, pero si se utiliza dinero del erario público y de mis impuestos yo tengo el derecho y la obligación de pedir contrapartidas a los destinatarios de esos millones de euros. 

Es absurdo lo que plantean algunos con la rebaja de impuestos o incluso la anulación de algunos de ellos porque sin esa recaudación es imposible que la Administración pueda ayudar al que más lo necesita, además de ofrecer otros servicios públicos imprescindibles e infraestructuras necesarias para la convivencia social.

No se puede pedir dinero al Estado al mismo tiempo que solicitas la rebaja brutal de impuestos. Si no existieran estos impuestos sería imposible que el Estado otorgara subvenciones a los transportistas o a la gente del campo. O estamos a Rolex o estamos a setas. Esto lo hubiese resumido Rodrigo Rato en cuatro palabras: “Es el mercado, amigo”. Que es lo mismo que decir: ¿no querías caldo?, pues toma dos tazas. 

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats