¿Se transplanta el alma?

La ocasión se me presenta que ni bordada recordando la sesuda especulación con que terminó su programa mañanero en la 1 de Televisión Española Mariló Montero el miércoles 24 del mes pasado. Dedicado al crimen de El Salobral, mostró su alivio después de conocer que los órganos del asesino, a pesar de ser donante, no iban a ser reutilizados, a la par que confesaba: “¿Pasa algo por llevar el órgano dentro de ti de alguien que ha matado a otros? ? Yo no querría esos órganos. No está científicamente comprobado, pero nunca se sabe si esa alma está trasplantada también en ese órgano”. Tal ha sido el revuelo marilomonteriano que el director de la Organización Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz, se ha visto empujado a dejar claro que “ni los riñones, ni el corazón, ni el hígado transmiten absolutamente nada de la experiencia vital del donante”.

Después de recordar esto y debatiéndome yo entre la indignación, junto con la reciente muerte del comprometido pensador Agustín García Calvo me golpeó su larga ausencia en la televisión y me asaltó la certeza de que ya no recurren en esa caja, que cada vez es más tonta, a personas que verdaderamente aportarían la luz, la razón, la docencia tan necesarias siempre, pero en un mundo que hace aguas por todos los costados como el de hoy mucho más. ¿Cuántas veces escuchamos a Saramago en sus últimos años de vida? ¿Y a José Luis Sampedro, que afortunadamente, aún sigue entre nosotros con su mente privilegiada? Por poner sólo dos claros ejemplos.

Y debatiéndome también entre la risa del chiste y el sarcasmo del disparate, pensando cómo para los directivos del ente público una reflexión filosófica puede ser todo menos filosófica, hete aquí que en una de las revistas “rosas” que acompañan la prensa del fin de semana encuentro este titular: “Un trasplante de corazón cambió su personalidad y se enamoró, sin saberlo del viudo de la donante”. Se trataba de Charlotte Valandrey una conocida actriz francesa que dejó su carrera en 2005. La protagonista de tal noticia puntualizaba en una entrevista que a partir de esa operación empezó a tener visiones y pesadillas que cambiaron sus gustos, incluso sus creencias. Valandrey ha decidido contar su experiencia en un libro afirmando que le da igual que la gente no la crea, que ella se limita a contar su experiencia.

Pues ¿qué quieren qué les diga? Yo, por decirlo en canario, me he quedado tuntuneando. A lo mejor, quién sabe, la respuesta puede que nos la dé Iker Jiménez que presto y veloz ha anunciado que dedicará su programa Cuarto Milenio del próximo domingo a tratar esta cuestión. Estaremos atentos?

Coca de Armas Fariña