Es de suponer que López de Aguilar no se ha leído con detenimiento lo que el PSC-PSOE escribe en su Portal de Comunicación y Participación, en Internet, al hablar de las infraestructuras y el transporte. O que lo ha leído y se ha mareado al ver que sí pero que no, y de nuevo que no pero que sí, ya que el texto comienza diciendo que “carece de sentido apoyar el transporte guiado si el transporte público en guagua no se encuentra suficientemente desarrollado” y culmina con que “también hay que considerar que el impacto paisajístico de las grandes infraestructuras nos resta atractivo turístico”. Les invito a leerlo completo.Creo que a los grancanarios les sería de mucho mayor interés que el candidato prometiera solemnemente que se va a ocupar de lograr que el tapón que supone la Autovía del Norte (¿?) desde hace ya más de 50 años a la altura de la zona de Bañaderos, lograra solucionarse. Es inexplicable que un problema, presuntamente legal aunque más parece de desgobierno y desidia administrativa, condene a los muchos miles de sufridos usuarios de esa vía a recorrerla en fila india a 50 km/h como máximo y a mucha menos velocidad cuando se pretende llegar a tiempo para embarcar en el ferry de Agaete. (¡Qué peligro encierra hoy ese curioso término de “fila india” con una interesante y sugestiva polisemia para el debate político nacionalista!).Aunque dejaré para otro artículo posterior exponer algunos argumentos técnicos y económicos que, a mi juicio y al mucho más documentado de la ULPGC, desaconsejan de plano la instalación de un tren, elección tras elección, algunos políticos vuelven a proponerlo con una fijación dual, no muy definida, que oscila entre sentirse faraones en sus pompas y en sus obras, o sentirse niños pidiendo el tren de juguete que siempre quisieron a esa nueva versión laicista de los Reyes Magos que es el Ministerio de Fomento complementando los Fondos Europeos que todo sueño parecen permitir, aunque sólo sea sobre el papel y luego venga el tío Paco con las rebajas, eso sí, cuando ellos ya estén en el machito. Reconozco que sintiendo vergüenza ajena, aún recuerdo la cara de sorpresa que se le puso al ponente del Libro Blanco del Transporte en el Parlamento Europeo, el eurodiputado socialista castellano manchego Juan de Dios Izquierdo, cuando un grupo de políticos canarios le propusieron defender que la Unión Europea financiara un tren rápido para Gran Canaria y otro para Tenerife y el eurodiputado preguntó: -Pero, ¿de cuantos kilómetros de distancia están ustedes hablando? -De entre 60 y 100 por cada isla, respondieron ufanos como buenos pueblerinos.-¿No les faltará un cerito a esas cifras? – inquirió sorprendido el eurodiputado.-No, Don Juan de Dios, ¡nada menos que 100 km!-Oiga telefonista, ¿pueden enviar ahora mismo a mi despacho al servicio de psiquiatría?Por cierto, ese Libro Blanco del Transporte, cuyas orientaciones y propuestas de inversión son tan importantes y transcendentales para un territorio disperso como es Canarias, fue presentado en rigurosa primicia en el Hotel Escuela de Santa Brígida cuando aún estaba de Consejero de Turismo y Transportes Juan Carlos Becerra y de director general Francisco Zumaquero, que apoyaron sin reparos esa iniciativa propuesta desde la Hecansa de antaño por considerar el Hotel Escuela era un marco idóneo donde hacer propuestas que fundían el interés general ciudadano con las necesidades de movilidad turística y al tiempo sensibilizar a los jóvenes en formación de la importancia que tiene para el futuro de todos resolver lo mejor posible los asuntos de transporte en cada isla, en el archipiélago y con el mundo mundial.Aunque trataba de otro asunto, al escribir estas notas recordaba con cierta nostalgia un genial artículo titulado El cha-cha-chá del tren, salido de la pluma de Antonio Romero Aumente, aquel que fue en su día director general de Promoción Turística y después concejal de turismo en San Bartolomé de Tirajana. Y es que ese traqueteo ferroviario parece ser una fijación en los políticos que parece no querer detenerse hasta que condenen a los Presupuestos Generales a sobrellevar esa gravosa carga por el pecado original de votarlos en lugar de botarlos. José Fco. Fernández Belda