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Los sin banco en Valladolid por Jose Ignacio Zabaleta Kaehler
En un mundo tan dominado por las finanzas hay más de 2.000 millones de “sin bancos”; personas que no tienen cuentas donde depositar sus ahorros, carecen de todo tipo de planes de pensiones o seguro médico, y por supuesto, no pueden solicitar un crédito. En África, sólo el 20 % de la población tiene cuentas bancarias, mientras que el porcentaje sube hasta el 30% en el Sudeste Asiático. Ahorrar es muy complicado en Camerún, donde se necesita para abrir una cuenta corriente un mínimo de 700 dólares, más del salario medio anual y en Suazilandia, una mujer necesita el consentimiento de su padre, marido o hermano para abrir una cuenta bancaria o solicitar un crédito.
Cuando uno no puede ahorrar en un banco, se ve obligado a buscar otras formas de ahorro. Estas formas incluyen el ahorro en casa, donde existe la tentación de gastarlo en cosas superfluas ya que está a mano, en joyas o en comida.
En Kenia es frecuente que las familias tengan un porcentaje de sus ahorros invertidos en cabras y en vacas. Las vacas dan un mayor rendimiento que las cabras porque la leche permite alimentar a la familia y se vende el sobrante. Sin embargo, las cabras son un instrumento más ilíquido. El problema de las vacas es que cuando uno necesita dinero, no puede simplemente cortar y vender una pata de la vaca para obtener los fondos necesarios, hay que venderla entera. Por eso prefieren usar las cabras como ahorros. Únicamente después de mantener un número adecuado de cabras, las familias avanzan al siguiente nivel y adquieren su vaca. Las cabras y las vacas son usadas como depósitos en cuentas corrientes y depósitos a plazo. Una vez tienen suficientes cabras como para hacer frente a los gastos previstos e imprevistos, las familias se arriesgan a comprar una vaca. En caso de epidemia local, tanto los dueños de las cabras como los de las vacas pierden todos sus ahorros. No disponen de un seguro para poder recuperar su inversión.
El acceso al crédito con bancos es prácticamente imposible puesto que las entidades financieras no los otorgan y se ven obligados recurrir al sistema informal, el único dispuesto a prestarles. El sistema informal está compuesto por prestamistas o proveedores que generan sus ingresos facilitando el dinero o adelantando mercancía a un coste prohibitivo. Por ejemplo, en Filipinas, los prestamistas suelen utilizar el préstamo 5/6. Esta modalidad consiste en que por cada 5 pesos prestados por la mañana, se han de devolver 6 en la noche, lo que equivale a un interés de más de un 20% diario. En Senegal el interés informal puede llegar al 50% diario.
Para acometer estos problemas, y con el Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus a la cabeza, se han creado las entidades microfinancieras.
Estos organismos trabajan con el fin de prestar servicios financieros a los más desfavorecidos. Otorgan microcréditos sin avales o garantías, además de ofrecer ahorro y seguros a sus clientes. Los créditos se usan para crear mininegocios que ayudan a los solicitantes a generar riqueza para sus familias. Los servicios de ahorro y seguros generan estabilidad y posibilitan la planificación.
La cooperación española apuesta por las microfinanzas de manera importante, siendo el segundo país que más invierte en microfinanzas como instrumento para el desarrollo. Por parte de Canarias, a la Cumbre Mundial de Microfinanzas en Valladolid, acudió Casa África y un servidor.
Se discutieron allí los retos y oportunidades que existen en las microfinanzas, incluido el uso de las nuevas tecnologías, como teléfonos móviles, para realizar pagos, así como la dificultad de conseguir una regulación que se adapte a las necesidades de los más pobres.
La Cumbre Mundial de Microfinanzas hace que personas que viven en regiones muy alejadas, puedan unirse y compartir experiencias además de aprender unos de otros.
Una conclusión casi unánime fue la importancia de no cometer los mismos errores de la banca tradicional: centrarse en los beneficios a corto plazo y olvidarse del cliente. Es importante simplificar el negocio y tener siempre la satisfacción del usuario como objetivo final.
No deja de asombrarme que muchos clientes estén contentos y agradecidos con su entidad de microfinanzas. ¡Igualito que el cliente de un banco en este país!
*Profesor de Dirección Financiera en la Escuela de Negocios MBA.
Jose Ignacio Zabaleta Kaehler*
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