Bajo el volcán
Un rugido fuerte y seco ascendió de las entrañas
acompañado por fuego, humo, bombas, magma y lavas,
y los ojos expectantes miraron, con cierta calma,
contemplando esa visión, que conmovió sus entrañas.
Monstruo que camina lento,
desparramando su lava,
en coladas que circulan por pendientes y montañas.
¡No deja nada a su paso!
¡Todo lo entierra con calma!,
sin prisa por devorar, él sepulta entre vaguadas:
casas, bienes, vida y alma,
colecciones de recuerdos, memorias casi olvidadas.
Juegos de niños pequeños hoy hombres sin esperanza,
vivencias que un día fueron emociones bien logradas,
pedazos de corazón con ternura acumulada.
Los recuerdos del abuelo,
los retratos de las bodas, bautizos y comuniones,
las camas donde durmieron las ilusiones tempranas,
los cacharros de cocina con que mamá alimentaba
a toda su gran familia, día a día, sin tardanza.
Todo ha quedado enterrado bajo el volcán y su lava.
Deshizo sueños y angustias, no se ha privado de nada,
bien presto para arrastrar, avanza sin dejar pausa
llevando sus materiales fundidos con la añoranza,
con historias de ida y vuelta,
que ya no recuerdan nada.
¡Pero es más fuerte la vida!
¡Más valiente la mirada!,
de los que buscan consuelo, con su hacienda destrozada,
pero a la vez luchan todos, con la ceniza en su espalda,
por de nuevo comenzar, SU VIDA SOBRE LAS LAVAS.
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