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Volver a la inquisición centralista

Sergio Gutiérrez

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Desde que se inició el cacareado debate de la ley electoral, se ha conspirado para aplicar en Canarias una ley que, de manera intencionada, excluyera del Parlamento a todo aquello que no gustaba a los grandes, con la intención clara de quedarse solos en el terrero de lucha parlamentaria, con solo 2 o 3 partidos llamados grandes, en aras, dicen de la ''estabilidad'' y la ''cohesión''.

Durante el régimen franquista, El Hierro era una isla de destierro. Aquí enviaban a quienes el enjuto dictador creía ya inservibles. Hoy, cuarenta años después, quieren que volvamos a ser una tierra de inútiles, donde solo residen herreños y herreñas vestidos con taparrabos. Las islas de la periferia de Canarias, por lo visto, no interesan a las élites capitalinas, a los señoritos que claman por una ley electoral, a todas luces injusta, donde priman los intereses de los grandes.

Desde que se inició el cacareado debate de la ley electoral, se ha conspirado para aplicar en Canarias una ley que, de manera intencionada, excluyera del Parlamento a todo aquello que no gustaba a los grandes, con la intención clara de quedarse solos en el terrero de lucha parlamentaria, con solo 2 o 3 partidos llamados grandes, en aras, dicen de la “estabilidad” y la “cohesión”.

En otros lugares, se trata de que el ciudadano elija a sus representantes lo más cercano del candidato/a y con el mayor conocimiento del mismo. Aquí, pretendemos una lista autonómica cerrada, alejada del ciudadano. ¿Acaso no es la circunscripción insular el reflejo, rotundo, de nuestra realidad geográfica natural?

Si los canarios y canarias vivimos en islas…, ¿cuál es el problema para que los representantes en el Parlamento sean elegidos por islas, en igualdad de condiciones democráticas desde cada isla?

El sistema electoral canario, ahora, otra vez en boca de los parlamentarios que nos representan, es la excusa de los viejos y nuevos partidos capitalino-centralistas para justificar graves e importantes problemas de Canarias.

Parece mentira que, en pleno siglo XXI, nos veamos (quienes vivimos y trabajamos en los “suburbios” canarios) en la obligación de recordar (por enésima vez) que la organización política-administrativa de Canarias, es y tiene que ser, la isla, por imperativo de nuestro “padre” volcán, y volver, de nuevo, a clamar que la representación política de un archipiélago es de más contenido territorial que poblacional.

La culpa de que algunos partidos políticos no tengan representación en el Parlamento, no es por la ley electoral, sino por su incapacidad de estructurarse y asentarse en cada isla.

Sigue sin entrar nadie en el fondo del problema: las diferencias poblacionales entre las islas periféricas y las dos capitalinas, cuando es mayor la superficie territorial de las periféricas. Excusa ahora capitalina para tener mayor representación política, y colocar ahora en el Parlamento a más compañeros de las calles Triana y Castillo. ¿Hablamos de una Canarias unida o es pura demagogia barata?

¿Por qué estos corrimientos poblacionales históricos? ¿Por qué emigran “al paraíso” gran parte de nuestros valores humanos? ¿Son los territorios periféricos, “eriales improductivos”, no aptos para un desarrollo equilibrado y armónico en todos los sectores y servicios? ¿Por qué Lanzarote, como último ejemplo, quiere tener su propia Autoridad Portuaria?

La representación política parlamentaria, en la etapa democrática, ha logrado importantes avances en el equilibrio de Canarias. Se pretende, de nuevo, volver a la “inquisición centralista”, antes estatal, y ahora con dobles salas de control capitalina. Por eso, cabe preguntarse, pues, dónde están nuestros valores y recursos humanos, tanto residentes en las islas periféricas, como los que han emigrado a las capitalinas, que no defienden una Canarias igual desde cada isla.

Si no reaccionamos, Canarias como pueblo-archipiélago, está condenada a la clase elitista “canarios finos de raza” y a los “canarios con nivel bajo 5”. ¿Es eso lo que queremos? ¿Qué tienen que decir, al respecto, La Gomera, La Palma, Lanzarote y Fuerteventura?

Como en el desarrollo sostenible, no podemos dejar una representación a nuestro pueblo, peor de la que recibimos. Y es, precisamente, lo que pretenden ahora. Más poder para los poderosos, más aislamiento para la periferia, para el extrarradio, para el suburbio canario que, por lo visto, quieren ciertos partidos que claman desde la tribuna de oradores una defensa igualitaria. Pura demagogia.

Canarias somos siete islas, a las que se suma La Graciosa, Lobos y el Archipiélago Chinijo. Canarias es más de lo que nos quieren imponer, a hierro y fuego, las grandes élites capitalinas. ¿Seguimos siendo islas de destierro? ¿Quieren igualdad? ¿Por qué no elegir, pues, 7 diputados por cada isla?

Acabo haciendo el mismo llamamiento que hice en una carta anterior: Canarios/as de la periferia, ¡Únanse!

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