Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ya he votado... pero sigo anclado
Con el freno de mano atascado y sin poder quitarlo. La fiesta democrática que debiera ser una jornada electoral, la percibo como un conflicto de conciencia. El derecho consolidado de poder votar se convierte en un deber cívico de mucha responsabilidad, pero amargo como trampa saducea por la convicción de que vote a uno o a otros, la voy a pifiar; pues ninguno me ofrece garantía suficiente ni confianza en sus capacidades e intenciones.
Como miembro legítimo del consejo de administración del denominado “pueblo soberano” tengo que seleccionar con mi voto al personal de servicio (servidores públicos) que han de gestionar y administrar los intereses ciudadanos, y proteger, defender y controlar los derechos fundamentales de una población que los contrata en las urnas como empleados privilegiados, abundantes y muy bien pagados.
Otra cosa es la realidad que convierte el avenir político en un escarmiento generalizado; en frustración popular por el engaño sistemático de las falsas promesas electorales y pactos inviables por exceso de intereses mezquinos y ambiciones de poder, que nada tienen que ver con la misión de servicio al pueblo para el que son contratados.
Tenemos el circo montado con personajes que van de artistas pero solo son malabaristas de poca monta, con lo que tengo que trabajarme un casting muy comprometido. Debo elegir con mi voto a quién prefiero en la cima del organigrama y cómo colocar en los escalones descendentes a las estrellas cutres del espectáculo.
Cierto que tenemos de todo pero nada bueno: El ilusionista megalómano, ataviado de mariscal (que cree serlo), pero le asoman los naipes trucados por la bocamanga, y los conejos de su chistera son de peluche barato. El domador de fieras que solo trabaja con perritos amaestrados. El funambulista, con cuerda de seguridad, que solo le preocupa mantener el equilibrio para no caer más bajo de lo que ya está. El payaso con poca gracia que pretende meternos a machamartillo el humor caduco e inservible de los hermanos Marx. El trapecista oportunista que hace del trapecio un columpio para ir de un lado a otro simulando riesgos que no existen… Y la irrupción de algún novato sin posibilidades de “pillar cacho”… que es de lo único que se trata.
Ante tan desolador panorama, ¿qué puede hacer un español de bien? [1] (Nota del autor; explicación al pie). Me planteo que puedo no ir a votar; votar en blanco; o votar a Messi for president como voto nulo. Pero cualquiera de las opciones siempre favorece a alguna de las facciones. Con lo que el conflicto emocional no se resuelve. Pero más grave aún es la ramificación intelectual de un atolladero múltiple.
Me quedan unas horas antes de que se cierren los colegios. Según repaso lo escrito, acabo de tomar la decisión de jugármela. Someteré mi decisión a la suerte de un cara o cruz… o varias.
Otra reflexión: Me revienta de antemano el triunfalismo de los que salgan ganadores y las fatuas alharacas de los perdedores, que justificarán su fracaso con declaraciones rimbombantes. Cuando en realidad, sea cual sea el resultado, los auténticos perdedores seremos los votantes, con nuestra buena fe sorprendida como siempre.
[1]. (Nota pendiente de aclaración): Aclarar que la expresión “español de bien” no tiene ninguna connotación peyorativa hacia quienes, aunque nacidos aquí o sobrevenidos por haber adquirido la nacionalidad española, no se sienten “españoles de pro”. Mi solidaridad humanitaria hacia quienes tienen que ser lo que no desean ser, y mi compasión por su problema… Creo que todos los españoles de bien estamos con ellos… (lo de viva España lo escribiremos en otro artículo)-
Otra aclaración: No puedo divulgar el resultado de mi sorteo por respeto a mi derecho a la privacidad… pero si alguien tiene mucho interés en saberlo, no tiene más que preguntarme en persona. De tú a tú; ni en redes ni por teléfono.
Voy a ello… ¿cara o cruz?...
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