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¿Por qué Zapatero se niega a que el Estado compre las acciones de Repsol? por Javier Valenzuela
Y no lo entiendo por tres razones. La primera, general, es que el jefe del Ejecutivo jamás debe descartar nada que esté dentro de sus posibilidades y de la legalidad vigente. Hacerlo es cerrarse puertas y, en caso de rectificación, su negativa inicial le coloca en una posición ridícula. De mis años de corresponsal en Washington recuerdo con intensidad que los portavoces de la Casa Blanca y el departamento de Estado solían responder a muchas preguntas de los periodistas con una excelente fórmula estándar: “We do not rule out any option”. O sea, no descartamos ninguna posibilidad. Es lo que los ciudadanos esperamos de los gobiernos: que estudien detalladamente todas las opciones a su alcance y no rechacen ninguna de antemano.
En segundo lugar, pienso que si consideramos que Repsol es una empresa estratégica, una empresa de interés nacional (yo no sé si lo es o no, pero eso dice mucha gente), ¿por qué es tan abominable imaginar que una parte de su accionariado esté en manos del Estado? Fueron los Gobiernos de Felipe González los que comenzaron la privatización de Repsol, aún guardando para el Estado un porcentaje de acciones, pero fue el primer Gobierno de Aznar, el que en 1997 vendió en el mercado ese último porcentaje público, convirtiendo a Repsol en una empresa absolutamente privada. Y ya se sabe lo que pasa entonces: a diferencia del cariño verdadero, las acciones se compran y se venden libremente en el mercado. Y puede que el que las compre no guste a muchos, cual parece ser el caso de Lukoil.
Por último, me inquieta la sospecha de que el Gobierno de Zapatero se esté quedando como uno de los últimos enemigos a muerte de cualquier tipo de nacionalización de sectores estratégicos de la economía nacional, y eso que se supone que es socialdemócrata. En cambio, vemos que los gobiernos de los países campeones del liberalismo, los anglosajones, no están teniendo el menor empacho en nacionalizar ?parcial y temporalmente, sí, pero nacionalizar- grandes entidades bancarias. Y eso para empezar, que ya veremos lo que da la crisis.
Así que lo que ha propuesto UGT, que el Estado compre o controle de uno u otro modo el paquete de acciones de Repsol que está en venta, a mí no me parece ningún disparate. Si la nacionalización parcial es temporal y al término de la crisis se venden esas acciones, con la posibilidad incluso de conseguir un dinerillo para las arcas públicas, estupendo. Si la nacionalización parcial es definitiva, y se vuelve a la situación anterior a lo hecho por el Gobierno del PP (por cierto, menuda cara dura tiene ese partido: privatizó Repsol y ahora considera vital la españolidad de esa empresa), tampoco creo que haya que rasgarse las vestiduras.
Da la impresión de que en el Gobierno de España, supuestamente socialdemócrata, no se han enterado de que la ortodoxia ultraliberal ha muerto por fracaso absoluto y que los tiempos reclaman el regreso de lo público, amén, por supuesto, de valentía e imaginación.
*Javier Valenzuela es periodista y escritor. Ha sido corresponsal de El País en Beirut, Rabat, París y Washington y director adjunto de ese periódico, y Director General de Información Internacional de la Presidencia del Gobierno entre 2004 y 2006, en elplural.es
Javier Valenzuela*
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