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Malos modales y tila

Eusebio Bautista Vizcaíno

Las Palmas de Gran Canaria —

El pleno del pasado 30 de abril no tenía un orden del día por el que pudiera preverse un enfrentamiento duro gobierno-oposición. Pero con el gobierno municipal del PP y en especial con su alcalde, Juan José Cardona, todo es posible.

Antes del comienzo del pleno, se celebraron varias juntas generales de empresas municipales, que presidió el primer teniente de alcalde, Ángel Sabroso, por ausencia del alcalde. En medio de una de dichas juntas, entró el alcalde y se quedó sentado en las sillas del público. Era el único espectador, ya que en las juntas generales no se admite la presencia de público ni de periodistas.

Al termino de una junta, y antes de que comenzase la siguiente, la Secretaria General del pleno indicó que, estando presente en la sala el alcalde, tenía que presidir la sesión. El alcalde contestó, desde su silla del público, que él estaba de espectador, y no se movió. La Secretaria General insistió en que, si el alcalde estaba en la sala de plenos donde se celebraba la junta general, tenía que presidir la misma. Entonces el alcalde se levantó, abrió la puerta de acceso al salón de plenos, y saliendo, dio tremendo portazo, que se escuchó como un trueno en el silencio de la sesión. Pareciera como si la indicación de la funcionaria, que es la encargada de velar por la legalidad de los procedimientos, le hubiera molestado. Todavía no eran las nueve de la mañana.

Conociendo al alcalde, algunos concejales preveían que la cosa no iba a quedar así, sin contestación. Y así fue. Al término de una moción, en la que los portavoces de los grupos se pasaron ostensiblemente en los tiempos de intervención, la Secretaria General, después de dar los resultados de la votación, y antes de pasar al siguiente punto del orden del día, recordó a los grupos políticos que había que sujetarse a los tiempos reglamentarios.

Nada mas decir la frase en cuestión, el alcalde toma la palabra y le recuerda a la Secretaria General que el que modera el pleno es él, y que cuando tenga algo que decir lo dirá él, y no es necesario que la Secretaria haga este tipo de advertencias...

Los presentes (público y periodistas) que no sabíamos nada de lo que había pasado antes del comienzo del pleno, nos quedamos de piedra. ¡Qué manera era esa de tratar a una funcionaria que, cumpliendo con su obligación, recordaba los tiempos de intervención! A mí me pareció una verdadera grosería.

Cuando me enteré de lo acaecido en la junta general de primera hora, entendí perfectamente lo que había pasado. El alcalde se la tiene jurada a la Secretaria General, al igual que a todos los funcionarios de carácter nacional, y como no admite que ésta le haga cumplir con la legalidad, aprovecha la primera ocasión para darle un viaje en público, con transmisión por Internet, para que quede constancia de que quien manda es el.

Al termino de la sesión, cuando se estaba en ruegos, la portavoz del grupo socialista Isabel Mena, le pidió al alcalde “respeto y sosiego” en los plenos en vez de generar tensión de forma permanente. Le dijo que su actitud hacia los funcionarios era intolerable y que no trasladase sus problemas personales al pleno.

El alcalde, con la misma cara demudada que había mantenido durante toda la sesión pero mordiéndose la lengua, le contestó diciéndole “Señora Mena, tómese una tila...”

Éste es el nivel de dialéctica que utiliza nuestro alcalde Juan José Cardona. Portazos, llamadas de atención en público para intentar avergonzar a una funcionaria, recomendaciones de que tome tila a la portavoz del principal grupo de la oposición... Alguno de los allí presentes me comentó que el alcalde dirigía el pleno municipal como si fuera el consejo de administración de una empresa. Pero de su empresa, añado yo. ¿Se ha dado cuenta Juan José Cardona de que es el alcalde de una ciudad de casi 400.000 habitantes? Estas actitudes eran propias de alcaldes caciquiles en pequeños pueblos y en otros tiempos

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