Adán Martín aprovechó este viernes el tradicional almuerzo navideño del Gobierno con los medios de comunicación para despedirse. Lo hizo de una manera sencilla, sin grandes alharacas, en el restaurante mirador del Arrecife Gran Hotel. Y pese a que amenazó con largar el discurso de balance de sus cuatro años, resultó ser la intervención más corta de cuantas se le recuerdan, lo que tiene su aquel. Habló de la felicidad, aún a sabiendas de que la palabra arrancaría alguna sonrisa entre los presentes, pero recordó que tal estado “no es algo que uno pueda alcanzar solo”. Por eso trató de hablar de proyectos en común, y en los políticos se detuvo particularmente en los logros ante la Unión Europea, la sanidad y la vivienda. De los particulares nada sabemos, más allá de los rumores que corren en la Corte acerca de una retirada en enero y de un destino profesional en la República Dominicana. Al presidente le encanta la política, pero tras los últimos acontecimientos y lo bien que se espera que lo trate su partido, casi prefiere hacerse a un lado y esperar tiempos mejores. Pero sólo son rumores.