Ya sabemos, ya, que lo del 11 de septiembre ha cambiado muchas cosas, algunas de ellas de manera un tanto exagerada, cuando no histérica. Las medidas de seguridad han provocado no pocos trastornos en todos lados, incluido este vergel de belleza sin par, donde algunos han aprovechado la revoltura para ejecutar sus antojos. Por ejemplo, en el Aeropuerto de Gran Canaria ya no se puede acceder a los bajos de la terminal de llegadas comunitarias/internacionales, lo que obliga a los usuarios a aparcar en el parking aéreo contiguo a la otra terminal, la de vuelos interinsulares, donde las medidas de seguridad son menos estrictas y donde, qué bonito, los vehículos particulares tienen bastante más permisividad.