Es preocupante que un cargo público tenga tendencia obsesiva a perseguir a sus adversarios políticos en cualquiera de las formas en que éstos se manifiesten, pero peor es apreciar en esos dirigentes manías persecutorias o fobias a cosas como el color rojo, como parece concurrir en la figura del alcalde de Arucas, el muy mentado Josemari Ponce. Dicen los funcionarios municipales que han tenido que trabajar este domingo que se les ha hecho llegar, por orden del señor alcalde, la conveniencia de taparse las acreditaciones oficiales que les identifican precisamente como representantes municipales en las mesas electorales. Al preguntar por los motivos de tan extravagante petición, la respuesta se dirigió a las perversas influencias que ese color pudiera tener en el sentido del voto de los ciudadanos. Nadie mandó tapar este domingo el cielo azul, no fuera a ser.