Mientras la Junta de Gobierno gasta salvas de ordenanza en decidir algo realmente ofensivo para la inteligencia vecinal, bendecir gastar dinero público en abogados y procuradores, la raíz del problema que condujo a esas ofensas sigue atascada. El edificio Iders, en pleno sector de Martiánez, sufre aluminosis desde hace al menos diez años, y la administración municipal no ha sabido dar una salida a las personas afectadas. Muy al contrario, el otro día, en el pleno municipal, tres de ellas tuvieron que sufrir los desaires públicos del alcalde, que no está para muchas gaitas. Una reunión posterior con el concejal de Urbanismo, que la prensa oficial colocó como “muy satisfactoria”, no ha servido para nada tampoco. Aluminosis por un lado y esclerosis política por el otro. Y así no hay manera.