Unos días antes se desveló la existencia de aquel viaje relámpago a Argentina, y lo que todos creyeron que iba a derivar en acuerdo se truncó en ruptura. Pretender que José Manuel Soria despliegue encantos diplomáticos, prudencia y templanza no impostadas en una negociación, es pedir peras al olmo. Otra cosa es su furor por los jets de lujo, cada vez más acreditado. Ahora ha sido en el jet de una empresa privada con la enrevesada excusa de defender sus intereses en el exterior. Mala decisión en un ministro con esos antecedentes viajeros tan enfangados en la mezcla de política y negocios privados.