Como siempre que se producen acontecimientos con cargos orgánicos, públicos o chiripitifláuticos en juego hay que mirar qué es lo que ha hecho Antonio Castro Cordobez, el eterno dirigente de la Agrupación Palmera de Independientes, la pata palmera de CC. Desde la noche del sábado andaba como la gallina sin nidal promoviendo una solución que no fuera ni Torres Stinga ni Manolo Lobo, ante los cuáles manifestó apoyo sin fisuras de la isla a la que representaba. Ya se sabe que, siempre en el terreno político, Castro es de esos que son capaces de traicionar a la vez a la esposa y a la amante, a dios y al diablo. Sin inmutarse y con esa cara impenetrable de yo no fui. Ya a las 12.00 del domingo, Fuerteventura se reunió y se decantó por unanimidad por el candidato grancanario, Manolo Lobo, lo que provocó lo que los expertos en estas cosas nacionalistas llaman “choque de trenes”: ATI por un lado, apoyando al candidato de Paulino Rivero (Torres Stinga) y Gran Canaria por el suyo. Había que aplicar la solución Castro.