Por si éramos pocos en este mar de insensateces en que se haya instalada en estos momentos la política canaria, sumen otra más. Antonio Rivero, ex presidente de la patronal canariona y hombre con mucha influencia en determinados ámbitos empresariales, se ha traído a uno de los capos cañoneros de la política fiscal y financiera española, José Ignacio Rubio de Urquía, y el resultado de su presencia en Canarias no puede ser más catastrofista. Se reunió el especialista con las cúpulas empresariales de la la CCE y del Círculo de Empresarios para advertirles de que las pretensiones recogidas en el proyecto de Estatuto de Cataluña harían peligrar severamente la Hacienda Pública española y, por consiguiente, el sostenimiento de algunas de las bases en que se sustenta el Régimen Económico y Fiscal canario. Los empresarios salieron de la reunión con las bayonetas caladas y los cuchillos en la boca. Tremendo error.