Conociendo como conocemos a la perfección las habilidades dialécticas que adornan a los abogados de don Pepito, no damos por bueno que la utilización de este artículo pueda favorecer la defensa del ilustre editorialista, porque tanto Ángela Mena como los que se querellen contra él podrán alegar que respetaron siempre al periódico, a su editor y a su delirante línea editorial hasta el momento mismo en que estalló la crisis del concurso de frecuencias de radio. Porque ni siquiera podrá alegar don Pepito que la esposa del presidente le haya reprochado públicamente la deriva independentista adoptada en los editoriales de Leoncio Rodríguez, S.A. Muy al contrario, Mena llega a elogiarlo de una manera elíptica, sin mencionar la palabra independencia, autodeterminación o similar: “El Día viene ahora a enunciar las ideas que anidaron en las mentes más preclaras del pensamiento político y de la cultura isleña desde aquellos tiempos. Y lo hace reivindicando la permanencia en el tiempo de los mensajes y legados de nombres y apellidos repletos de resonancia canaria (...). Y como reclamo de los idearios de los que queremos ser partícipes. Para no correr el riesgo de perder ninguno; ni a ninguno de ellos renunciar, como tantas veces se postula desde trincheras que no son canarias”. Quién lo iba a decir unos pocos meses después.