El cuerpo nos pide comentarles muchas cosas, contarles cómo han sido estos últimos nueve meses, sometidos a constantes imprecaciones en torno a la condición de imputado que hasta este jueves sufrió el presidente de nuestro consejo de administración por la investigación del concurso eólico. El cuerpo nos pide, por ejemplo, volver a contarles cómo fue la génesis, qué conversaciones telefónicas lo enredaron, cómo se explotó políticamente esa condición a priori garantista, cómo se cerraron puertas, cómo cruzaban algunos la acera para no saludar... Por contra, también podemos cansarles con una larga lista de apoyos de lectores, de oyentes, de amigos, de personas anónimas, personajes públicos... que siempre supieron diferenciar entre ser actor y figurante. Y de fondo, ese soniquete de quien no cree en el ordenamiento jurídico, en el Estado de Derecho, el aprovechó una imputación para tratar de desvencijar al grupo de medios de comunicación que más se ha distinguido por ofrecer informaciones y opiniones contra la corrupción. José Francisco Henríquez ha quedado libre de cargos en el asunto eólico, lo que automáticamente nos lleva a una pregunta bien sencilla: ¿y ahora, qué?