El patinazo de Ezequiel Borges no le va a costar expediente alguno, ni por parte de Chema Martínez (del que no depende por ser personal del ente) ni por parte de Willy García, que lo utiliza como antena para conocer el estado de opinión de los cuarteles y enchufar a la tropa sobrevenida. Pero sí le ha costado a Borges el chorreo y la afrenta del personal de la casa, que vivió momentos muy desagradables este fin de semana. La peor que lo pasó fue, seguramente, la periodista Beatriz Palmero, que se disponía a entrar en directo en el informativo desde la línea de banda del Estadio de Gran Canaria cuando escuchó la noticia. Se le saltaron las lágrimas, pero fue capaz de hacer su plató y, acto seguido, telefonear a la familia, con la que le una una gran amistad, y descubrir el tamaño del disparate que su empresa acababa de cometer.