El PP en el Cabildo de Gran Canaria tiene que cambiar sus modales de manera urgente. Entrar a todos los balones con las piernas por delante es falta y juego peligroso, lo que equivale a amarilla y, en casos extremos, a roja directa. De momento hay que sacarle amarilla a la actitud agreste de la consejera de Hacienda de esa institución, Rosa Rodríguez, que en estos pocos meses de regreso a la Casa Palacio Insular ya ha dado un par de muestras de que por ella no han pasado los años ni la experiencia. Sigue igual de brusca en sus relaciones internas y externas, con desplantes innecesarios y actitudes que no se corresponden con el buen gobierno de lo público. A la espantada que se le dio a la compañía Global, que se limitó a pedir al Cabildo lo que es suyo, la institución contestó hace unas semanas con cajas destempladas, acusando a la sociedad anónima laboral de ejercer una presión basada en la demagogia. Una vez asentada la polémica, tercia el presidente de la Corporación, José Miguel Bravo de Laguna, y donde otros pusieron acritud, él pone un arreglo. Global cobrará lo que se le debe, bien directamente y en metálico, o bien mediante la correspondiente toma de razón, con la que acudir a los bancos a buscar financiación. Y se le firmará el preceptivo contrato-programa, el que aparece en la ley del REF que algunos y algunas creen que es otra demagogia.