La humillación con la que los electores han castigado al Partido Socialista Canario no ha tenido prácticamente ninguna excepción. En el Cabildo de Gran Canaria, donde gobernó estos últimos cuatro años en compañía de Nueva Canarias, recibe un severo correctivo que se traduce en 57.000 votos menos y una pérdida de cinco consejeros respecto a 2007 (de doce a siete). Nueva Canarias tan sólo aumenta su cuenta en escasos 3.000 votos, lo que sin embargo le permite ganar un consejero (cinco). El PP sabía que no era una plaza fácil, pero a punto ha estado de alzarse con la mayoría absoluta. El veterano José Miguel Bravo de Laguna tomará posesión de la presidencia con sus catorce consejeros, pero su permanencia al frente de la Corporación estará sujeta a cómo se diseñen los pactos en otras instituciones canarias, especialmente en el Parlamento y en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, por poner tan sólo dos ejemplos de urgencia. Con un sólo voto salvaría el mandato, y se lo puede dar Nueva Canarias o Coalición Canaria, que logra triplicar su representación hasta tres actas. Su unión con el CCN ha sido providencial, porque si entre ambas sumaron en 2007 35.000 votos y sólo obtuvo un puesto CC, ahora con 3.000 votos menos tienen tres consejeros. Es lo que tienen las carambolas.