Hay psicosis de corrupción en los cuatro puntos cardinales de Canarias, por no meternos en otras regiones de ese pedazo de piel de toro, donde la cosa pasa más desapercibida. Donde quiera que un periodista huele a un fiscal, se lanza en plancha sin las menores prevenciones. Es natural, sobre todo si al periodista en cuestión pudiera caerle en la mano un comprometedor documento convenientemente filtrado por un concejal del grupo de gobierno al que es muy sencillo identificar una vez se lee uno la noticia de prensa. Y la noticia dejaba bien clarito quiénes eran los concejales socialistas presentes en el Ayuntamiento de Puerto del Rosario en el momento de otorgarse la polémica licencia de construcción. O mejor dicho, deja bien claro quién de los actuales no estaba: Rafael Nogales, para el que se volvieron este lunes todas las miradas del grupo de gobierno. Algunos de sus compañeros de corporación se estuvieron pensando muy seriamente ir a la tienda de animales y comprar un poco de millo para invitarle a unas tapitas. Ya estuvo Nogales en boca de todos cuando fue objeto de un cobarde pasquín en el que relacionaban su automóvil Mercedes con un empresario. Ahora está en la boca de todos por culpa de su propia boca. Y esto no ha hecho nada más que empezar.