Empecemos por algo suavecito, que lo duro vendrá después, cuando nuestros lectores hayan hecho el necesario precalentamiento. Tumbado en su cama, en su domicilio de Santa Cruz, según confiesa él mismo (la emisora de su propiedad está en el Puerto de la Cruz), cuenta a sus oyentes y a sus contertulios lo imposible que le ha resultado pedir un crédito de 60.000 euros para tesorería al Instituto de Crédito Oficial. Piden muchos papeles, dice, y se confiesa incapaz de reunirlos. Tras relatar sus comidas y cenas en Los Limoneros (seis personas, mil ciento y pico euros) y sus vacaciones en el yate de El Pocero, el señor Chaves entra en su caso personal concreto y reclama más ayudas para los pequeños empresarios, sector donde se encuadra. No se pierdan la parte en la que asegura que él nunca va al casino, pero cuando va, siempre gana. Pero relata a continuación cómo la última vez perdió 3.000 euros. O sea, que nunca va al casino, que cuando va, gana, pero perdió 3.000 la última vez que fue. Una credibilidad intergaláctica. Pero el colmo del morro es cuando exige que le liberen de pagar la seguridad social, que lo apoyen con créditos blandos avalados por el Gobierno. Que “se me atienda como un emprendedor”, aunque él emprenda desde la cama por la mañana y desde el casino por la noche.