Ahí lo tienen, parece estar distraído, pero en realidad está posando. En sus manos, Juan Domínguez, vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria, sostiene un cubo fabricado con piedra azul de cantería de Arucas, algunos de cuyos productores se entrevistaron con él para decirle que ya está bien de que las Administraciones estén importando piedra de Asia para pavimentar o cubrir paramentos de obras públicas. Una oportunidad más para mandar un comunicado a la prensa y que alguien se haga eco. Como estamos haciendo nosotros en estos momentos. Bien por la piedra de cantería, estupendo, pero han de saber sus productores, como debería saber el señor Domínguez, que las que ponen piedra de Vietnam son las constructoras, que compiten en concurso teóricamente limpios en los que han de abaratar costes para que las bajas no sean abruptas y acantiladas (antes temerarias), y personajes como el de la foto acabe o no adjudicando. Pero a lo que íbamos. Domínguez se concentra en el cubo pétreo que sostiene entre las manos y observa que tiene cuatro caras y seis lados, como el de Rubik, como él mismo. Una es la cara del advenedizo a la política, el que va probando partidos políticos hasta que encuentra uno que le cree y lo coloca en una lista con posibilidades de salir. La segunda cara, tan dura o más que la primera, es la cara del tránsfuga que se valió de un partido político para alcanzar un puesto electo desde el que negociar exclusivamente su propia colocación laboral. La tercera cara es la del cargo público que se cree que gobierna su propia finca particular, en la que puede enchufar a un cuñado o hacer contratos con fechas cambiadas, a ver si el interventor lo deja colar. Y la cuarta cara es la del expedientado que ni siquiera es capaz de aguantar en el mismo partido con el que se transfugó. Y no porque lo abandone voluntariamente en un rapto de honradez, sino porque lo echan presuntamente por robar como un poseso el dinero de los demás. Ya lo investiga la fiscalía sin que Bravo de Laguna, el presidente que lo tiene de bastón, haga nada por dignificar la imagen del Cabildo. El cubo de Domínguez, caras duras por los cuatro costados.