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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

“Capital city” and happy new year

El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona (i), durante la conferencia "LPGC: hacia la ciudad global". (Efe/Ángel Medina G.).

Las últimas encuestas conocidas otorgan a Juan José Cardona un resultado que podríamos catalogar de extraordinario, a la par que incomprensible. Catorce concejales, a uno de la actual mayoría absoluta de la que goza, parecen a bote pronto una barbaridad teniendo en cuenta la que le está cayendo a su partido, el PP, pero sobre todo a la más que manifiesta ausencia de liderazgo, de gestión eficaz y de proyectos ilusionantes para los vecinos de Las Palmas de Gran Canaria. Sus cuatro años de alcaldía han estado especialmente caracterizados por el ejercicio autoritario del poder (pregunten a cualquier funcionario), por la incapacidad para proponer una relación laboral que no fuera tumbada por los tribunales y por su particular aplicación de la austeridad peor entendida con graves consecuencias en lo social y en lo cultural. Eso sí, ha aplicado como el más aventajado alumno las tácticas de pura cosmética de su líder, José Manuel Soria, aquel que llegó a pintar de verde el césped de la ciudad cuando se dio cuenta de que amarilleaba más de lo previsto. Todo en la zona baja de la ciudad, en la fachada, en lo que se ve. Ha tenido ocurrencias como nadie, como la del escalextric en Las Alravaneras, la regasificadora en La Isleta… y la de empezar a llamar a las cosas en inglés como si en esa lengua todo pareciera más moderno. Ha hecho cosas muy buenas, como la peatonalización de algunas calles o las actividades lúdicas en Triana/Vegueta. Se ha metido en berenjenales incomprensibles como las áreas comerciales de apertura dominical, o el que se le viene encima con el famoso acuario, proyecto para el que ha contado de manera decidida con el presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra, que no es de su partido ni es un sectario del suyo de él. Su iniciativa más popular corre en estos momentos el riesgo de difuminarse por el error administrativo de no someter a concurso público la concesión portuaria donde se va a levantar.

Ahora toca ser ciudad global

El acuario y su pasarela son para Cardona dos símbolos de su gestión. Al menos así lo dio a entender este lunes en el Foro de Editorial Prensa Ibérica, celebrado en el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria. Una ciudad como esta, que perdió por los pelos la posibilidad de ser Capital Europea de la Cultura (y menos mal, dicho sea ante el actual y desolador panorama), que amagó con presentarse a Capital Europea de la Juventud, ya debe estar a estas alturas un poco hartita de más certámenes y pasarelas. Eso ya no ilusiona, y menos si lo que se vende es crecepelo. Qua Juanjo Cardona salga ahora con la genialidad de convertir a Las Palmas de Gran Canaria en “un parque temático” gracias a ese acuario con su pasarela, a la fundación Martín Chirino y al intento de parque público que se ejecuta en el viejo Estadio Insular suena más a tomadora de pelo improvisada que a proyecto serio de ciudad. Pero por si había alguna duda del grado de improvisación y de ocurrencia de este alcalde, su anuncio de que la capital grancanaria “formará parte de la Red de Ciudades Globales” rebasa cualquier límite para el bochorno. Sostiene Cardona que cuando su ciudad forme parte de esa red “alcanzará unas cotas de prosperidad sin precedentes”, cuando más bien las cosas son al revés: las ciudades globales lo son por una serie de cualidades entre las que se encuentra su músculo económico, financiero y político y su capacidad de irradiar influencia capitalista global. No son urbes receptoras de subvenciones ni de inversiones específicas, sino generadoras en sí mismas de crecimiento. Cualquiera que repase el concepto ciudad global y sus características geográficas llega enseguida a la frustrante conclusión de que Las Palmas de Gran Canaria no reúne ni el 20% de los requisitos. No tiene un nombre reconocido internacionalmente, en gran medida por las disputas de siempre de ponerle todos sus apellidos; no es sede de grandes empresas y organismos internacionales (Casa África no cuenta, Juanjo, y menos tras el destrozo que ha hecho allí tu partido); debe tener sistema de transporte avanzado (algo más que la modernización de Guaguas Municipales); haber sido sede de juegos olímpicos, tener mucha población, contar con equipos deportivos de renombre, atmósfera cosmopolita… Para que se hagan una idea, ciudades globales son Nueva York, Londres, Tokio, París y Hong Kong, por mencionar las cinco primeras. En el puesto 17 aparece Madrid, y en el 26, Barcelona. Sostiene Cardona que la única ciudad africana integrante de esa red es Johannesburgo, que ocupa el puesto 52. Pero no, también aparecen Nairobi y Lagos algo peor situadas.

Capital City, ay

Pues bien, todas esas cosas bonitas que pinta Cardona, unidas al objetivo de alcanzar los 3 millones de turistas al año, van a convertir a Las Palmas de Gran Canaria en una cosa que llamó “capital city”, lo que en cristiano viene siendo ciudad capital, es decir, capital de algo. Hasta este lunes casi estábamos seguros de que ya lo era: capital de la provincia de Las Palmas, capital de la isla de Gran Canaria y, cada cuatro años, capital de las Islas Canarias. Pero debe ser que si en vez de decir capital a secas vas y dices “capital city”, pues la cosa suena todavía mucho más importante. Si se fijan todo es pura fachada, pura venta de humo. Ahora va y resulta que en una ciudad que se cargó su festival de cine pretende convertirse en centro de producción y en plató internacional para el rodaje de películas de altísimo presupuesto. Un despacho de Europa Press de hace unos días cifraba en 400 el número de películas rodadas en la capital en 2014 con un presupuesto medio de 30 millones de euros. La noticia, basada en declaraciones de un eufórico concejal del PP, sigue así publicada en La Vanguardia, aunque la agencia de noticias, a la que llamamos de inmediato porque no nos lo creíamos, lanzó una rectificación rebajando de 400 a 4 el número de films rodados en esta ciudad. “Se me fue un cero”, dijo el periodista. En realidad dos, añadimos nosotros. Lo que quedó inamovible fueron los 30 millones de presupuesto medio de las películas rodadas en LPGC. Ni todas juntas sumarían jamás esa cantidad. Y así, engañando engañando, a las elecciones vamos llegando.

Bento (él) se enrevisca contra Repsol

El Partido Popular de Lanzarote estaba esperando a que acabara el infierno del petróleo, en el que le metió su gran timonel regional, José Manuel Soria, para lanzarse a degüello. Este lunes, mismamente, la sucursal que dirige Astrid Pérez ha pedido que se liquide la Oficina de Acción Global (OAG) del Cabildo de Lanzarote, el órgano más combativo contra las prospecciones a cuyo frente se encuentra el activista ambiental Ezequiel Navío, cuya cabeza también pretenden en bandeja de plata. En el PP canario y sus satélites se vive estos días una sensación que va desde el alivio a la revancha; alivio por que no haya ocurrido ninguna desgracia durante las prospecciones de Repsol y que, encima, no haya aparecido petróleo que pudiera alagar aún más la agonía. Y revancha para dar una salida a la presión que sus miembros han vivido estos años y que no pueden canalizar hacia el verdadero culpable sino, por analogía, hacia sus adversarios políticos. Eso hay que hacérselo mirar. Las manifestaciones de histérica euforia de los dirigentes peperos tras la decisión de la petrolera de sellar el pozo y mandarse a mudar han sido sucedidas este lunes por otras que tienen un sentido contradictorio. Repsol ha pasado de ser la petrolera amiga a recibir severas amenazas de Bento (él) de que le pueden caer cinco millones de multa por haberse rendido sin plantear batalla en la siguiente cuadrícula autorizada, Chirimoya. El regulador, es decir, el Ministerio de Industria, quería por todos los medios que se buscara petróleo, y naturalmente con la esperanza de que se encontrara. De ahí el cabreo por que no haya aparecido nada y por que, al menos por salvar la honrilla, no se siguiera buscando en el siguiente pozo. El portavoz de Repsol que este lunes atendió a Canarias Ahora fue contundente: “El proyecto Canarias acaba aquí; punto final”. A ver quiénes son los derrotados.

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