Les contábamos hace un par de semanas lo mal que le ha resultado al magnífico chef José Rojano asociarse con quien lo hizo para montar el restaurante Madrás, cerrado porque al buen cocinero se le ocurrió pedir a su socio y administrador único, Javier Artiles, el estado de cuentas, lo que aquél resolvió poniéndole en la calle. Y les contamos ahora otras cuestiones relativas al modo de conducirse del que es también abogado del marqués de las Dunas (el letrado Artiles, claro). Además de en el Madrás, los nombrados también eran socios -de hecho lo siguen siendo- en La Casita. Ese fogón se instala en el inmueble propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria sito junto al hotel Santa Catalina. Y como en todo inmueble arrendado, el arrendatario debe pagar el alquiler mensual. Mientras Rojano se dedicaba a lo suyo, que es cocinar, su socio olvidaba un mes tras otro, y al menos hasta en seis ocasiones, efectuar los pagos al Consistorio. Hace dos meses Patrimonio envió el expediente por impago a la Asesoría Jurídica municipal y ahí estaba el papelito este lunes, caminando hacia el deshaucio.