Ha resultado una conmoción nacional la noticia conocida este miércoles de la amputación traumática de un brazo que ha sufrido un inmigrante de origen boliviano que estaba trabajando sin contrato ni seguridad social en una empresa de construcción valenciana. El empresario, por llamarlo de algún modo, lo abandonó en las inmediaciones de un hospital y le ordenó que no dijera cómo había perdido su brazo, sino que además, tiró a la basura la extremidad, lo que impidió que le pudiera ser reimplantada a la víctima. La Guardia Civil investiga ese asunto en Valencia, como lo hace aquí, en Gran Canaria, en torno a un inmigrante marroquí que sufrió un grave accidente mientras, en compañía de otro trabajador suramericano, picaba el techo de una casa-cueva y la cubierta se le vino literalmente encima. El marroquí, de poco más de veinte años, trabajaba sin contrato, sin seguridad social y en unas condiciones verdaderamente lamentables: el andamio lo componían dos bidones vacíos y una frágil tabla. Sus lesiones y secuelas son graves.