Tiene toda la razón del mundo José Manuel Soria cuando indica urbi et orbi que lo que tienen que hacer los partidos de la oposición en Telde para desalojar a Paco Valido es presentarle una moción de censura. Es la única agua caliente que el Estado de Derecho prescribe contra aquellos que se aferran a la poltrona en plan Poxipol cosa mala a la espera de que una palanca de otro rango los catapulte hasta no se sabe qué sitio. Es difícil el reto lanzado por Soria, porque a tan sólo ocho meses de las elecciones a ver quién es el guapo que asume la responsabilidad de gobernar una ciudad donde nada funciona, donde se acumulan los pagos, donde nadie confía en nadie y donde los funcionarios están absolutamente petrificados por el terror de mover un papel y resultar imputados. En lo que se equivoca Soria es en aplicar el aplausómetro, o mejor dicho, el abucheómetro a la calidad de cada político. Ha dicho que Paco Santiago debe contenerse porque, según sus cálculos, le abuchearon 30.000 personas cuando fue desalojado de la alcaldía por el actual pacto PP-Ciuca. No vamos a tenerle en cuenta a Soria esta regla, porque en su aplicación y mirando al Estadio de Gran Canaria, deberíamos concluir que hace años debió dedicarse a la cría de la gran enana en el Caribe.