Ya hemos remitido a una conocida emisora de radio un canuto de cartón conteniendo todos los documentos oficiales que prueban que no exageramos lo más mínimo cuando ofrecimos en primicia el caso de la juez tinerfeña que tiene pendientes de dictar unas cuantas decenas de sentencias desde hace un año y medio. El canuto, ya se sabe, tiene la forma más adecuada para que los que dijeron lo que dijeron de nosotros se lo introduzcan por la cavidad bucal en cualquier momento de la mañana, tanto antes como después del desayuno, tragando lentamente y con paciencia, para que los jugos gástricos no desperdiciados en vociferar contra los que hacen bien su trabajo cumplan con el cometido que tienen asignados. No hay prisa, eh, que el asuntillo dará para mucho una vez se han confirmado todas nuestras noticias acerca de las diligencias abiertas en el TSJC y en la Fiscalía y el expediente que ya tramita el Consejo General del Poder Judicial. Porque el asunto tiene su enjundia, como pueden atestiguar los muchos trabajadores que están esperando a poder resolver su situación laboral porque una juez sustituta muy poco diligente ha retrasado su trabajo más allá de lo normalmente admisible: ella reconoce un año y tres meses, y no le parece que sea mucho tiempo. Seguramente tendrá sus motivos personales, como ha alegado, pero la noticia está ahí. Y los periodistas mediocres comiéndose sus propios mocos. Y el canuto.