Ya se han producido las primeras escaramuzas entre los conductores oficiales de la Consejería de Hacienda y los tres escoltas que cuelgan de Soria desde que fuera alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. En el Ayuntamiento y en el Cabildo hacían de las suyas con los coches oficiales, los conducían, los llevaban, los traían, pero nada es lo mismo en la Comunidad Autónoma, donde hay un mayor celo con las cosas del patrimonio y menos concesiones a la cacicada. Los conductores adscritos a la Consejería de Hacienda se han negado a que estos tres policías locales cedidos de aquella manera tan particular al vicepresidente les desplacen de sus empleos. Así que han de sentarse en el sillón del acompañante y dejar que cada cual cumpla su función. Dónde va a parar.