Pueden parecer minucias, claro, pero tienen su trascendencia por tratarse de ostentaciones públicas de poder tras las cuales, cuando son excesivas, han de esconderse otras no tan públicas. Detengámonos un segundo en el uso del coche oficial cuando se es cargo público y no se es objetivo de organización terrorista (por tanto, no se lleva escolta ordenada y/o contratada por el Ministerio del Interior). No se puede utilizar el coche oficial, por ejemplo, para mandar a hacer la compra, llevar a los niños al colegio, ir a por la querida o el querido, ir a la peluquería, acudir a un almuerzo familiar, aunque el familiar sea político también, o asistir al congreso de tu partido en domingo. ¿Acudir en coche oficial al congreso de tu partido en domingo? Pues eso, que no se puede hacer, don Luis Soria, aunque su hermano sea el presidente del partido, que o va usted en taxi o saca su coche del garaje. Salvo que lo que se quiera sea darse el pisto. Como con el bidé.