No sería la primera vez (y probablemente no será la última) que el presidente del PP canario se presenta en un juzgado con recibos o justificantes de chicha y nabo. Lo hizo ante el magistrado titular del Juzgado de Instrucción número 4, Florencio Barrera, con ocasión del famoso caso del chalet de Esquivel, aquel que habitó en versión ocupa de sport fino mientras beneficiaba al empresario con algunas gracias relacionadas con el negocio eólico. Fue capaz incluso de comprometer a la esposa de su casero para que los firmara, de modo que el juez creyera que sí había pagado los alquileres, lo que contradecía (y sigue contradiciendo) lo que dicen las cuentas oficiales, depositadas en el Registro Mercantil, de la sociedad Atlantic Buildings, propietaria del famoso chalet. Aquellos recibos colaron y están incorporados a la causa para un próximo juicio, pero los del viaje del salmón llevaron a la Policía a exclamar, en el momento de tomarlos en su mano, que aquello canta. “Hay color”, dijo un experto policial cuando alguien le preguntó su opinión sobre la autenticidad/falsedad de los documentos.