Ya no respetan nada. Ni siquiera a la insigne figura de don Pepito Rodríguez, hombre recto, honrado y sin tacha, como él mismo se define en sus editoriales una vez recibe la aprobación sincera de sus amanuenses con genuflexiones y vítores diversos. Un patriota, el buque insignia del tinerfeñismo y de la canariedad, no puede ser objeto de mofas callejeras, lo que de inmediato nos lleva a recomendar el primer servicio de escoltas de la Guanchancha: las espaldas de don Pepito. Lo consideramos así tras la atenta lectura del editorial pepitiano de este domingo, en el que el líder independentista canario cuenta cómo un hombre, ya fichado por Regadera Press, le gritó “¡Viva España!” a su solemne paso por la céntrica calle del Pilar. Cuenta el editorial que el espontáneo se ocultó “para no ser visto, pero sin poder enmascarar su identidad”. Indignóle a don José tan españolista proclama, lo que le llevó a preguntarse dialécticamente en su pastoral “¿por qué viva España? Viva España como viva Francia, Venezuela, Malta o Andorra. ¿Por qué no dijo viva Canarias, que es nuestra nación?” Pues seguramente, distinguido baluarte, empinado ariete, infranqueable valladar de acrisoladas virtudes patrias, porque lo que quería era tomarle respetuosamente el pelo. Y casi estamos por asegurar que lo consiguió. Con perdón.