No se asusten, que no vamos a hablarles de ese Federico Trillo vestido de almirante de la mar océana, oteando el horizonte desde el puente de mando del Príncipe de Asturias al frente de una armada invencible rumbo al islote de Perejil. Ni de aquel otro Federico Trillo vestido de siniestro enterrador turco ordenando a sus subordinados que despacharan aquellos 62 cadáveres de mala manera y sin dejar pistas en el escenario del crimen. Les vamos a hablar precisamente de esto último, del Federico Trillo vestido de capitán Tan, jefe del CSI del PP, experto en la contraprueba, en la búsqueda de testigos vulnerables que pudieran o pudiesen cambiar su declaración para echar abajo las investigaciones por corrupción en las que está envuelto el Partido Popular. Y no les vamos a hablar de suposiciones, sino de actuaciones concretas del capitán Tan encaminadas, en aplicación de la doctrina del árbol podrido, a encontrar el origen de las especias para espolvorearlas sobre los más apestosos sumarios para que cojan color.