Dadas las horas en que el navegante tocó a la puerta de la Base Naval, no había manera de que le abrieran. Fue en ese instante cuando se percató de que había atracado en una zona militar, pero no entendía que, dadas las drásticas medidas adoptadas en el mundo occidental tras el 11-S, hubiera podido transitar como lo hizo horas antes. Pero llegada la noche, los guardias de la entrada no entendían que aquel sujeto, con sus copillas encima y sus bolsas de El Corte Inglés, les estuviera tratando de asegurar que quería coger su Zodiac para mandarse a mudar. Tanto insistió el hombre que, finalmente, consiguió su propósito, y con las dificultades propias del momento y de las circunstancias, se llegó hasta su pequeña embarcación.