Lo que venimos contándoles de la playa de El Veril tiene debate y tiene su parroquia. Un grupo de empresarios de la zona nos cuenta que piensan decirle a Marco Aurelio, nuestro incomparable alcalde, que del proyecto del PSOE ya ni se acuerdan porque algunos de ellos iban entonces con pantalón corto. Y de este proyecto, del nuevo, emplean términos poco elogiosos, como “cagarruta”, o así. Opinan que bajo el pretexto de influir menos en la costa, tratan de crear unas playas de bolsillo que miran hacia otra parte distinta a la Playa del Inglés. Y con otro oleaje y otros vientos. Vamos, que la seña de identidad del Inglés se perdería, según sus apreciaciones. Y lo ilustran y todo: “Terminaremos diciendo que voy a Playa del Inglés porque o no sé nadar y allí no hay olas, o porque tengo catarro y allí no hay viento”. Para terminar asegurando a sus interlocutores que no entienden nada pero que, desde el punto de vista del turismo, Playa del Inglés vende como tal y que dudan que pueda hacer lo mismo algo distinto. Todavía está a tiempo el señor Orive, jefe de Costas, de sacar la pata.