Mari Pino Torres, alcaldesa de San Bartolomé de Tirajana por esas grandezas y miserias que tiene la democracia, se salvó en los minutos de descuento. Su partido, Nueva Canarias, no quería que volviera a ser la candidata a ese municipio tras detectar el batacazo que podría darse, la escasa capacidad de liderazgo que representa y el auténtico disparate que ha sido su gestión de estos cuatro últimos años. Jamás en San Bartolomé se habían alcanzado tan altos registros de fracaso en la gestión, en la credibilidad de la institución municipal y en el empuje económico que cabía esperar de la ciudad turística. Sin Plan General y dinamitado el Consorcio Turístico por los caprichos de esa señora, el desánimo y el descrédito cosechado llevaron a los dirigentes de NC a plantearse su sustitución. Lamentablemente, la política contiene ingredientes que escapan en demasiadas ocasiones de la lógica, y Torres repetirá como candidata a la debacle. Este viernes volvió a demostrar que no es lo mejor que le puede pasar a su partido, porque gracias a ella, y a una gestión administrativa más que sospechosa, el alcalde de Mogán, del PP, salvó la aprobación de sus presupuestos para 2011. La alcaldesa aportó a Paquirrín González un convenio según el cual Mogán puede valerse del vecino mercado municipal de abastos de San Fernando para evitar tener que facilitar a los vecinos moganeros esa infraestructura a la que está obligado por ley todo municipio de más de 5.000 habitantes.