Está comúnmente aceptado, y hasta la Ley admite unos mínimos, que los partidos políticos acepten donativos de los particulares y de los empresarios. Lo malo es que ni los unos ni los otros suelen ser capaces de hacerlos aflorar como Dios y el fisco mandan, de modo que todo el mundo pudiera enterarse de quién financia a quién. Aquí, en Canarias, los más notables empresarios reparten prácticamente por igual, si bien es cierto que acostumbrar a mirar de reojo a las encuestas para dar algún plus al que suena como ganador. Cosas que pasan. Pero los donativos han de conducirse por el conducto reglamentario, porque son muy conocidos algunos casos de recaudadores que se quedaban con una mordida sin que hubiera manera de meterles mano. Dada la corrupción de su partido, Soria ya se lo ha dejado clarito a los suyos: si alguien quiere echar una mano tiene que ser a través suya, que él se encarga de extender los correspondientes recibos. Ya le recomendamos que les ponga al menos un tampón identificativo, porque como sean como los de su chalet vamos a tener jarana para otro ratito.