El cohecho es un delito delicado. Significa soborno, el que recibe una autoridad o funcionario público por hacer un favorcete, una recalificación, por una decisión en la que resulta beneficiado el cohechante. Que hace casi cuatro años la juez Carla Bellini imputara a ese delito a Emilio Fresco, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife cuando estalló el caso de Las Teresitas, le produjo un disgusto enorme a este funcionario autonómico de carrera, histórico del socialismo tinerfeño. Su decisión fue fulminante: dimitió de todos sus cargos públicos y orgánicos y se dedicó en cuerpo y alma a su trabajo y a su defensa, seguro de que lograría demostrar en la instrucción que jamás recibió dádiva o prebenda de ningún tipo por haber votado a favor de una operación que le había llegado al pleno de la Corporación informada favorablemente. Y parece haberlo demostrado, porque este martes recibió el auto de sobreseimiento libre dictado por la magistrada Bellini a propuesta de la fiscal Anticorrupción, María Farnés Martínez. Queda sobre él en otra pieza de Las Teresitas la imputación por prevaricación, dictar a sabiendas una decisión injusta, lo que seguramente no tendrá mucho recorrido porque difícilmente puede resolver nada de manera ejecutiva quien ande en la oposición. Este miércoles, cuando lo localizamos, Emilio Fresco estaba emocionado y aliviado, pero también dolido por la condena que algunos le han atribuido durante todo este tiempo de instrucción. La decisión de la magistrada instructora apunta a que la causa debe estar a punto de pasar a la fase de juicio, previo alzamiento del secreto al que está sujeto aún una parte del sumario.