Desde luego no parece Rita Martín la persona más adecuada de cuantas pueblan el abigarrado panorama político canario para exigir transparencia a nadie. Además de los enchufes de los Bento en Promotur, además de unos despidos que tienen mucho de persecución política y de vendetta personal, la consejera de Turismo es autora de concursos y adjudicaciones que sobrepasan el terreno de lo sospechoso para adentrarse peligrosamente en la ciénaga. Es Martín la responsable directa de concursos tan apestosos como aquel de los Estadios de la Felicidad, que supuso un desembolso de 4,5 millones de euros por unas machangadas que fueron repudiadas públicamente hasta por las patronales del sector. Es, a su vez, la firmante del famoso apaño, en forma de concurso, destinado muy discretamente a conceder la gracia de 182.000 euros a Grupo Interconomía, propietario de la revista Época, probablemente a cambio de aquel reportaje, con portada incluida, de promoción del turismo: “Un GAL sin crímenes en Canarias”. Y, para que no faltara el hermoso Jorge Rodríguez, es esta la consejera que otorgó a la compañía Islas, de la que es director de marketing el ex portavoz parlamentario del PP, una graciosa subvención de 120.000 euros, ellos sabrán para qué.