La actual situación calamitosa del Centro Insular de Deportes no sólo se pone de manifiesto cuando llueve de verdad, cosa que parece que ocurrirá con frecuencia, sino también porque por culpa de la cutrez, el club señero del baloncesto canario está perdiendo oportunidades de negocio, de vender más palcos, más abonados o más soportes publicitarios. Es que, además del Gran Canaria Grupo Dunas, utilizan estas instalaciones otros dos equipos profesionales que también reclaman un poquito de dignidad. Desde anteriores mandatos en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se viene prometiendo un pabellón municipal en La Ballena, pero por falta de dinero en las arcas municipales o porque nadie en esa Corporación presenta un maldito proyecto ante la Unión Europea, la solución se dilata hasta producir goteras y cataratas. Menos mal que tenemos articulistas que hablan de más y mejor deporte, el que se practica a mediodía en el gimnasio-spa del hotel Santa Catalina. Debe ser.