Llevamos varios días esperando por el ilustre letrado Eligio Hernández Gutiérrez, experto en diseccionar las resoluciones y el comportamiento de jueces y magistrados, para que nos analice en profundidad la sentencia por la que José Carlos Mauricio fue condenado por conducir sin carné. Se trata, como todos ustedes ya saben, de un delito contra la seguridad vial y de una sentencia de conformidad, dos aspectos que se repiten de manera milimétrica respecto al caso de la esposa del general detenida cuando conducía en dirección prohibida por la carretera de Tafira. Sólo que, mientras a Mauricio lo defendió un abogado de oficio que sabe que las sentencias de conformidad son irrecurribles, a la esposa del general la defiende Eligio Hernández, que recurrió y recurrió y ahora anda metido incluso en el Constitucional con el muy onírico fin de terminar quejándose amargamente de la justicia que ahora se practica. Las sentencias de conformidad las negocian los fiscales con los abogados de las defensas y los jueces se limitan a comprobar que el acuerdo existe y, a continuación, estampar la firma. A Mauricio, en aplicación de las mismas doctrinas que el ilegal ex fiscal general del Estado aplica a los que condenan a sus patrocinados, lo ha condenado un juez justiciero con un comportamiento sospechoso. Pero algo nos mueve a sospechar que ahora se quedará calladito como un niño bueno.