Ante tal mesa presidencial cabría entender, a ojos ajenos, que se trataba de la presentación de candidatos de una nueva fuerza de izquierda nacionalista y excomunista, harta como ninguna de las andanzas de los Olartes, Hermosos, Adanes, Mauricios, Romanes, Dimas, Fonfines, Cordobezes ... y otras gentes tan apoyadas por los avalistas de lujo. Pero si el traveling se dirigía hacia los asientos del público se aclaraban en parte las dudas: en ellos se veía a Jerónimo Saavedra, Juan Fernando López Aguilar, Hernández Spínola, el grupo municipal en peso y otros dirigentes socialistas. El resto del público lo componía este sábado una amalgama de profesionales liberales, funcionarios y empresarios del más variado pelaje, lo que pudiera evidenciar que a) el efecto Arcadio, al soco del efecto Zapatero, tiene mucha cuerda o b) en estas cosas tan modernas hay que estar no sea que les suene la flauta. Así, llamaron la atención, por poner sólo dos ejemplos poco afines entre sí, las presencias de Antonio Fernández, vicerector de Investigación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, con ganada reputación icánica, o de Jaime Bouzón, presidente de Fecao (empresarios de ocio y restaurantes), que acumula a su condición de gallego la de no ser más de izquierdas que el último centrista reformista y constitucional. Y dos piedras.