Los ganaderos de Gran Canaria harán que se transmita de generación en generación la frase con la que se inició su declive allá por el año de 2005. El presidente del Cabildo entonces, José Manuel Soria, decidió que ya estaba bien de proteger la cabaña ganadera insular, que gracias a esa institución, especialmente a partir de que Carmelo Artiles trajera las primeras vacas frisonas, había experimentado un notable impulso hasta el punto de alcanzar una producción de lácteos verdaderamente notable. Soria, muy dado a desprenderse de las joyas de la corona cuando de circunstancias especiales se trata, privatizó el Servicio Insular de Leche (Sialsa) al grito de “el Cabildo no está para hacer yogures”. Tan solo cinco años después, la empresa que compró Sialsa pedía aguas por señas y reclamaba del Cabildo que le recomprara por más dinero del pagado. Ahora, en 2011, con Soria en la antesala del Consejo de Ministros (o similar) nos encontramos con un renovado PP que ya no privatiza yogures, directamente promociona los que fabrica la iniciativa privada, usando para ello los medios públicos que tiene a su alcance. Pocos, austeros, pero medios públicos al fin y al cabo. El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, al parecer muy dado a la práctica epistolar, envió este viernes a todos los concejales un sobre con membrete de la alcaldía invitándolos a acudir el próximo día 20 nada menos que a la inauguración de una yogurtería de Danone en la calle de Triana. Por su puesto se trata de una empresa privada que debería tener su presupuesto para publicidad, y que seguramente pidió al alcalde que echara una manita, a lo que Cardona respondió del modo generoso que acostumbra. Los concejales tienen que estar ese día en la yogurtería entre las seis y las ocho de la tarde si quieren que les inviten a un vasito de yogur helado. No se pagan dietas. De las otras tampoco.