No se recata don Pepito a la hora de arremeter contra los jueces que han dictado resoluciones en su contra, obviando el fondo de las resoluciones, que son las que en un Estado de Derecho sí se pueden criticar. No concibe el editorialista que “un juez o una jueza, por sus sentencias mediatizadas o, mejor dicho, dejándose inducir por los medios de comunicación, los políticos y la política en general, o por pasiones personales, dicte sentencias perjudicando a los patriotas; a los que tienen demostrado, con una vida intachable y con años de experiencia, que son creadores de empleo y de riqueza”. Ole, que ole y olé. Son recaditos constantes a los jueces para que sepan que cualquiera que se atreva a fallar en su contra a partir de estos momentos puede ser destinatario de sus improperios, de sus insultos y de su intromisión en la intimidad. Todo ello con Franco como referente, quizás porque en la época del irrepetible aquellos patriotas eran intocables. Incluía este miércoles la pastoral independentista, en boca de “un hambriento”, vítores al caudillo y su régimen. Y una gracieta muy propia de uno de sus escribientes: “Como decían Tip y Coll con respecto al Gobierno, mañana volveremos a hablar de la Justicia”. Juá, juá.