Si los oráculos fueran un poco más precavidos, probablemente se ahorrarían cualquier tipo de referencia a la utilización (o intentos de utilización) de la Policía y de la Justicia en beneficio de la causa. Mayormente pepera, para que nos entendamos. ¿O debemos los ciudadanos olvidar por completo que la Policía no consiguió captar ni una sola conversación de Celso Perdomo con Luis Soria, su jefe, en toda la operación Eolo? ¿O quizás debamos echar cal viva sobre aquel estrafalario archivo en la misma Sala de lo Penal de la denuncia de un particular, Francisco Cabrera, por las acreditadas mentiras de José Manuel Soria en la comisión de investigación -miren ustedes por dónde- de la trama eólica? ¿Borramos de las hemerotecas el oportuno informe del fiscal jefe diciendo que allí no había pasado nada? ¿Tenemos que olvidar para siempre aquel archivo que del caso Jinámar le hizo al mismo Soria la sala de vacaciones en pleno mes de agosto?