Dos desgraciados sucesos han vuelto a ocupar grandes espacios en las secciones correspondientes y en las portadas de los diarios locales. El asesinato de un inglés en Lanzarote y de un teldense en Agaete no sólo muestran la cara más incomprensible del ser humano, sino también algunos prejuicios que es necesario aislar. Y los periodistas aquí tenemos que reconocer que somos una calamidad. Hemos leído titulares en los que se ha resaltado la nacionalidad marroquí del hombre que mató al inglés en Lanzarote, lo que aviva automáticamente el sentimiento de rechazo a los inmigrantes africanos. Sin embargo, ningún periódico tituló que un teldense mató a otro teldense en La Rama, quizá porque ser residente en la isla es un atenuante o, sensu contrario, ser africano constituye un agravante. Y si matas a un turista, no veas.